ME FUERON DE MI PEGA: REFLEXIONES
Como muchos otros cientos de chilenos, fui desvinculada de mi trabajo recientemente lo cual me ha hecho reflexionar respecto del mundo laboral y el empresariado chileno.
Trabajé más de 4 años en una de
esas “empresas líderes de la industria financiera”, sobreviví a prácticamente a
una reestructuración por año (aka reciclaje de personal, ya me referiré a eso
en otro capítulo jijijij), hasta que en el último cambio realizado el pasado
agosto, me tocó a mí quedar fuera. Terminé mi día con toda la tranquilidad que
me permitió la situación, no hice ningún escándalo, no grité, no lloré, no
busqué grandes explicaciones. Simplemente, lo acepté, y abracé a aquellos con
los cuales compartí tanto. Nota aparte: no sé por qué siempre en las empresas
se piensa que uno podría ser escandoloso…o que el viernes en la tarde es el
mejor día para echar gente, “así uno tiene el fin de semana para reflexionar y
comunicar la noticia a la familia”, o sea, el mejor fin de semana ever!
Por qué señor mío el trabajo no
podía ser sólo cumplir y nada más???!!!!! Nunca pude concebir pasarme la
mayoría de mis horas despierta en una actividad que no tuviera sentido. Para mí
las personas de la oficina se transformaron necesariamente en una familia
laboral con la cual compartimos desafíos, cansancio, frustraciones, éxitos, y
miles de risas y anécdotas.
Cualquier empresa con un mínimo
de actualidad en sus prácticas querría eso. Las empresas en este país se llenan
la boca hablando de “clima laboral”, mueren por un puesto top ten en el ranking
Great Place To Work y etcétera otras certificadoras, y les piden a sus
trabajadores que no sólo cumplan con hacer su trabajo sino que además lo
realicen con una sonrisa en la cara. No les gustan las personas que no llegan
en la mañana contentos y con ánimo porque “no aportan al ambiente”, pero éstas
no se preocupan por mejorar las condiciones de aquellos aspectos que son
importantes para los trabajadores, porque además ni siquiera se pegan la lata
de preguntarles: sueldos, bonos, flexibilidad para hacerse cargo de temas
familiares, preocupación por las horas de salida y no sólo por la de llegada,
etc. Creen que con un buen asado de fiestas patrias o una caja de medias lunas
se liman todas las asperezas, haciéndolos sentir que se los toma por tontos y
simplones. Es como cuando te invitan a un asado y hay puras hamburguesas, y de
las baratitas…en verdad se piensan que uno es weon?
Durante los años que trabajé en
la empresa, participé de todas las actividades “extra curriculares”, yo tengo
espíritu organizador y me gusta salir de la rutina así que lideré campañas de
recolección de útiles escolares y regalos de navidad, hice talleres en la ONG
que apadrinaba la empresa dentro de su política de RSE, estuve en comités de
preparación de baby showers de cuanta guagua ajena nacía, y etc. Trabajé miles
de horas extras, noches en casa y fines de semana, fui a trabajar enferma o
recién patiada. Hice todas las capacitaciones y cursos que estuvieron
disponibles, incluyendo un diplomado pagado por mi propio bolsillo, con el
ánimo de aprender más y aportar de mejor manera en mi trabajo (lesa no?). En
consecuencia, creo haber superado lo requerido desde un punto contractual, y
sin embargo, a la hora del despido “la empresa” se atiene completamente a la
norma, no otorgando un centavo más de lo legal.
Lo curioso es esa percepción de
la empresa como una institución abstracta, un ente. Mientras uno está en ella,
se te pide que la consideres como una segunda casa, pero al momento en que los
gerentes dejan de considerar tu aporte como valioso, inmediatamente éstos se
transforman en un ente-“la empresa”- y tú en un “recurso”, olvidando que las
organizaciones las hacen personas con nombre y apellido decidiendo estrategias
de negocio, reestructuraciones y despidos, influyendo profundamente en la vida
de otros, porque un trabajo estructura tu rutina, tiene efectos sobre la vida familiar,
la psiquis y la salud, proyectos económicos y otras múltiples dimensiones,
haciendo patentes las asimetrías en el poder ya que claramente esos mismos
gerentes que participan de tu destino, gozan de otras condiciones, y si se tienen
que ir sus indemnizaciones no son de máximo 11 años con tope de sueldo de 90 uf
como nos ocurre al resto de los mortales.
Esta institución que es la
empresa, tiene además un rol importante en la sociedad, en el país, pero esto
se les olvida, sobre todo en situaciones como la actual, donde los medios se
llenan de titulares, algunos alarmistas, sobre los efectos de las reformas
gubernamentales, cambios en las tasas de interés, etc. Francamente pienso que
el gran empresariado chileno, dueños de holdings, retailers, bancos, y demases
viven en una absoluta mezquindad, siempre alimentando el miedo de potenciales
crisis económicas, sobrerreaccionando a anuncios y amenazando a los gobiernos
con despidos masivos y paralización de proyectos de inversión cuando ninguna de
ellas ha perdido dinero, puede que su crecimiento no sea lo esperado por sus
directorios, pero teniendo utilidades de miles de millones, para mi gusto es
razonable dudar de los despidos que ya se han realizado y los que se vienen
anunciando. Para el trabajador eso significa vivir con miedo a quedar cesante,
y con los despidos, trabajar más por la misma plata (qué conveniente no?),
porque en esa situación cómo se le va a ocurrir a la gente pedir un reajuste de
sueldo, qué atroz falta de compromiso, con lo cual no me sorprende la cantidad
de gente desmotivada que llena escritorios y que declara “es una pega nomás”,
no queriendo dar ni un centímetro más de lo que le piden, llevando al típico
juicio de que los chilenos son poco productivos.
Muchas de estas mismas
compañías promocionan sus políticas de RSE con bombos y platillos pero son sólo
declaraciones vacías cuando ellos mismos no contribuyen a la humanización del
mundo del trabajo.

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